Familia Franciscana del Ecuador

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LAS TRES ORDENES

La Tercera Orden franciscana

Si consideramos el Movimiento de los Penitentes como punto de partida de Francisco y Clara, podremos llegar en línea recta hasta la "Orden Franciscana de la Penitencia", como se llamó inicialmente la Tercera Orden. Sin que puedan considerarse estrictamente como derivaciones, las otras dos Ordenes sí son, por lo menos, condensaciones de la "Orden de la Penitencia".

Desde muy temprano, la fascinación que la persona de Francisco provocaba, acarreó múltiples consecuencias para la misma Orden de Penitencia. Probablemente fue Greccio el lugar de nacimiento de la Tercera Orden de San Francisco. Sería éste un detalle irrelevante si no tuviéramos bien presente que fue allí donde se celebró por primera vez la fiesta del Pesebre, la revelación de la Religión de la Encarnación.

‘ En cierta ocasión, Francisco declaraba: "Entre las grandes ciudades, no fueron muchas las que se convirtieron a penitencia como Greccio, que no es más que una pequeña ciudad-castillo". Y el relato prosigue: "Pues en muchas ocasiones, cuando los hermanos cantaban las alabanzas a Dios, tal como solían hacerlo en muchos lugares, entonces el pueblo de la ciudad, grandes y chicos, salían de sus casas y se reunían en el camino fuera del pueblo y respondían en alta voz a los hermanos: ¡Sea alabado el nombre del Señor, nuestro Dios!. Incluso los niños pequeños que escasamente sabían hablar, alababan a Dios como podían, cada vez que encontraban a los hermanos" ’
Colección de Perusa, 74

Se aludía aquí, desde luego a la Tercera Orden, convertidos que volvían a practicar su fe y a contar con Dios en la cotidianidad de sus vidas. Al reconocer a Dios, daban testimonio de que El era el Señor de sus vidas, adorándolo y rindiéndole honor "en sus casas". Esta era la expresión comúnmente usada para referirse a la forma original de esta Orden. En otras palabras, se trataba de personas que procuraban vivir su fe en sus familias, en sus profesiones y en medio de sus quehaceres dentro de la sociedad.

Francisco dio una especie de Regla a este grupo de seguidores, conocida como la "Carta a los Fieles". La historia de esta carta resulta interesante, por el hecho de que existen dos versiones. La primera redacción, en el fondo, no es más que de una exhortación a la penitencia (4Ct-a). La segunda redacción (4Ct-b) aparece enriquecida con la recomendación de actitudes fundamentales de la vida espiritual y con orientaciones concretas.

Las dos cartas poseen la riqueza --tanto en el sentido teológico como espiritual-- de una impresionante introducción (piénsese en el prólogo del Evangelio de San Juan). En lel primer apunte destacábamos ya la importancia capital de esta significativa pieza para la recta comprensión e interpretación de la vocación franciscana.

Ya hemos aludido al "Memorial", o estatuto no escrito por Francisco, pero que estaba destinado a regular los aspectos organizativos y jurídicos de la vida franciscana. Dicho estatuto poseía y sigue poseyendo gran importancia, por cuanto contiene --como afirmación centra-- la obligación de rehusarse a la prestación del servicio militar. En este punto se pone de manifiesto la fuerza subversiva de la Orden Tercera que se mantiene viva hasta nuestros días.

Con base en estos estatutos, los penitentes podían reunirse en fraternidades. No cabe duda alguna de que en sus comienzos tales fraternidades fueron lideradas por laicos. Su acompañamiento espiritual, es decir, el cuidado de las almas, fue tarea asumida por Dominicos, Franciscanos o miembros de otras Ordenes religiosas. En esto se pone de manifiesto una reglamentación que se sigue presentando continuamente, y que continuará siendo normativa durante toda la historia de la Tercera Orden, llegándose incluso a formas que la "desnaturalizaban": la Iglesia clerical creía que debía someter todo a su control y poner todo bajo su dependencia, dado que las formas autónomas de las asociaciones laicales le inspiraban poca confianza.

En 1289, el "Memorial" fue sustituído por la Regla del Papa Nicolás IV, quien puso todo el Movimiento de los Penitentes bajo la jurisdicción de la Orden franciscana. Se reforzaron entonces las relaciones jurídicas y espirituales con la Primera Orden. Tan sólo a partir de esta fecha puede hablarse oficialmente de una Tercera Orden en el sentido riguroso de la palabra. Vale la pena, además, poner de presente que otros grupos que hasta entonces habían obedecido al "Memorial" --no estando orientados por Francisco-- terminaron por afiliarse a otras Ordenes, fundando así sus propias "Ordenes Terceras", como por ejemplo, la "Orden Tercera de Santo Domingo".

Históricamente la Tercera Orden desarrolló muy diversas expresiones y formas. Entre ellas, es posible distinguir las siguientes "formas de vida":

La forma de vida primitiva (original): "los convertidos en su propia casa":

La personalidad más conocida, que podemos mencionar en este contexto, es la amiga de San Francisco: "Fray" Jacoba Frangipani de Sietesolios. Muchas veces, encontrándose Francisco en Roma, solía residir en casa de esta mujer. Y cuando se hallaba ya en su lecho de muerte ella acudió presurosa a visitarlo y tuvo el privilegio de ser enterrada cerca de su sepulcro (cf. 3C 37-39).

Otra persona que pertenece indudablemente a este grupo es el bienaventurado Luchesio de Poggibonsi (+1260). Junto con su esposa Bonadona, se dedicó solícita y cariñosamente al servicio de los pobres.

Las dos formas actuales de la Tercera Orden Franciscana son las siguientes:

TOR

Tercera Orden Regular

La Tercera Orden Regular de san Francisco, masculina y femenina, no ha surgido como una duplicidad de la Primera y la Segunda Orden Franciscanas, sino que tiene sus orígenes en el movimiento penitencial que se desarrolla como consecuencia de la predicación itinerante del "Penitente de Asís" y se justifica por un estilo específico que cubre varios aspectos:

El origen espontáneo del movimiento y de las fraternidades debido a un deseo de mayor perfección cristiana, sin entrar en las estructuras monásticas tradicionales.

La estrecha relación con el laicado cristiano, matriz eclesial y sociológica del movimiento.

La importancia del concepto de “metanoia” o penitencia, entendida como un camino de liberación "de los vicios y pecados," y, por tanto, como una conversión permanente a Dios, el bien supremo y que todo lo abarca, centro supremo de la atracción.

La diferente manera de profesar la pobreza: no como idealismo asceta, sino en perspectiva funcional, es decir, para apoyar las obras de caridad.

Por lo general, los terciarios y terciarias de los orígenes vivían del fruto de su trabajo, sin recurrir a la mendicidad.

La menor centralización organizativa y un gran espacio dejado a la iniciativa personal, animada por el Espíritu.

El gran pluralismo expresado en una extraordinaria riqueza de matices existenciales de carisma y servicios de caridad.

Estas características, de índole histórico-ascético y carismático, a menudo no fueron apreciadas por muchos desde fuera y, en cualquier caso, no fueron compartidas por todos. Sabemos de la dura oposición y "formas encubiertas" utilizadas para obstaculizar la vitalidad de la Orden.

OFS

Orden Franciscana Seglar

Resulta muy difícil buscar los orígenes de la Orden Franciscana Seglar. Los trabajos históricos más recientes sobre el tema piensan que su origen se encontró en los “penitentes” que florecieron en Europa desde el siglo XII. Se trataba de mujeres y hombres que buscaban seguir una vida de conversión sin dejar su realidad, y que se asociaban por lo general en pequeños grupos o “fraternidades”.

Francisco de Asís comenzó su experiencia religiosa llevando precisamente una vida de penitente, y los primeros frailes menores se presentaron al principio a sí mismos como “penitentes” de Asís. En unos pocos años, el movimiento franciscano se convirtió en formas de vida religiosa regular, tanto masculinas (los Frailes Menores) como femeninas (las Clarisas). Pero al mismo tiempo, bajo la inspiración directa de Francisco de Asís y de los primeros frailes menores fueron surgiendo fraternidades de seglares que vivían como Hermanos y Hermanas de la Penitencia y que se sentían integrantes de la gran Familia Franciscana. Para ellos Francisco pensó un proyecto de vida evangélica seglar dentro de su Familia Religiosa, del que nació la “Orden de la Penitencia” o Tercera Orden Franciscana.

El rápido crecimiento de las fraternidades de seglares franciscanos obligó a crear normas que regularan su forma de vida, su organización y su papel en la sociedad. Para ello el papa Honorio III aprobó en 1221 el Memoriale Propositi, que se ha considerado como la “primera regla” que la Iglesia entregó a los Franciscanos Seglares, y que recogía las orientaciones que Francisco había dado a las Fraternidades de Penitentes.

A lo largo del siglo XIII las fraternidades de penitentes franciscanos crecieron por toda Europa. Estas fraternidades locales estaban muy unidas entre sí, y desde muy temprano los franciscanos seglares sabían que formaban parte de una orden universal. En el año 1230 una bula papal ya nombraba expresamente a los “Hermanos de la Tercera Orden de San Francisco”. 

Pero la aprobación oficial de esta forma de vida por el Papa no llegaría hasta el año 1289. Fue entonces cuando el papa Nicolás IV aprobó una Regla para “todos los hermanos y hermanas de la penitencia” de San Francisco, que representaba la aprobación oficial de la Orden Tercera Franciscana, que es como se llamó durante mucho tiempo a la Orden Franciscana Seglar. La Regla de 1289, dejaba casi los mismos contenidos del Memoriale Propositi de 1228, aunque ordenándolos y estableciendo que los franciscanos seglares quedaban bajo el cuidado espiritual de los frailes de la Primera Orden.

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