Familia Franciscana del Ecuador

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La familia franciscana

Texto tomado de las Fuentes

¿Por qué todo el mundo andaba en pos de Francisco?

Fray Maseo, uno de los primeros compañeros de San Francisco, no lograba entender el motivo que llevaba a tantas personas a andar en pos de Francisco. Quienes querían compartir su estilo de vida provenían de todas las clases sociales: jóvenes y viejos, mujeres y hombres, cultos e ignorantes, nobles y gente sencilla del pueblo, casados y solteros. Fray Maseo se preguntaba qué podría ser lo que atraía de esa manera a tanta gente.

Francisco escasamente sabía leer y escribir y poco más; prácticamente era un hombre sin mucha cultura. Su familia no poseía ni un apellido ilustre, ni ningún título de nobleza del que pudiera enorgullecerse. Francisco era simplemente el hijo de un comerciante.

No era tampoco un hombre apuesto, sus orejas eran abanicadas, era de baja estatura, delgado, bien pudiera decirse que era un hombre feo. Por consiguiente ni su formación, ni su origen, ni su presencia física, podían explicar la razón del atractivo que ejercía sobre tantas personas.

"¿Qué es, entonces, lo que hace que todo el mundo ande detrás de ti?" preguntaba perplejo Fray Maseo. Al oírlo hablar así, San Francisco, lleno de alegría, respondía: " Puesto que nada de eso tiene mayor importancia, no puede ser sino el mismo Dios quien atrae de esa manera. El es quien hace que toda esa gente quiera seguir mi modo de vivir" (cf. Florecillas 10).

Una vocación compartida

Su aceptación y adhesión a la Religión de la Encarnación --introducida en el mundo por Jesús de Nazareth-- constituía el vínculo común que unía la vocación de Francisco y Clara. Sin embargo, no fueron ellos las únicas personas que se sintieron animadas por esta convicción, ya que "el Señor les dio" multitud de hermanos y hermanas (cf. Test. 4). Todavía en nuestra época un gran número de personas, grupos, comunidades y Ordenes se sienten en estrecha relación con Francisco y Clara y siguen su inspiración. Para todos ellos conserva todo su valor aquello que Clara escribía a sus hermanas:

‘ Entre los múltiples beneficios que hemos recibido y que a diario seguimos recibiendo de la generosidad del Padre de toda misericordia, y que debemos de continuo agradecer a El, el Señor de la Gloria, el mayor es el don de nuestra vocación. Y precisamente porque se trata de un don tan perfecto y tan sublime, debemos sentirnos más obligadas a consagrarnos por entero a esta vocación. Por eso, el Apóstol dice: ‘¡Reconoce tu vocación!’. El Hijo de Dios se ha hecho para nosotros el Camino. Y fue justamente este el Camino que nuestro Padre San Francisco, su auténtico ‘enamorado’ y seguidor, nos enseñó con su palabra y con su ejemplo. ’
Test. Clara 1-2

Sin embargo, no basta hablar de la vocación que tenemos en común; tenemos también que dar un testimonio común al mundo. Hoy en día, esto se ha vuelto más necesario que nunca. Hasta ahora es muy poco lo que hemos hecho por promover nuestra vocación franciscana. Como tampoco nos hemos empeñado en presentarnos como una familia unida.

Una familia en conjunto

No debería sorprendernos esta afirmación si tenemos en cuenta que la sociedad en la que Francisco creció y vivió no mostraba particular interés por todo lo que se refería a Jesucristo y su Evangelio. Entre quienes se sentían inconformes o a disgusto con esta situación, eran muchos los que buscaban alternativas en diversos movimientos, por ejemplo, en los movimientos en pro de la mujer, de la pobreza voluntaria, de la penitencia (= albigenses), etc.

El propio Francisco había comenzado por buscar una forma de vida alternativa, aunque tampoco abrigó la intención de fundar una Orden religiosa. No obstante, "después, el Señor le dio hermanos" (Test. 14) = la Primera Orden, seguidos luego por las hermanas = Segunda Orden. Además de estos dos grupos, fueron llegando personas laicas que se convirtieron al ponerse en contacto con Francisco y que conformaron el grupo de los penitentes = Tercera Orden.

Francisco pensaba en estas tres comunidades en términos que correspondían a la vida familiar común en su época: él las veía como una familia. Nunca se dio a sí mismo el nombre de "padre" (= paterfamilia), prefiriendo en su lugar considerarse "una madre que ha engendrado numerosos hijos (los Hermanos Menores) para el Rey (= Cristo)" (2C 16-17; cf. Carta a Fray León 2). Desde luego, debemos aplicar estas mismas palabras a la Segunda y Tercera Orden.

Fue naciendo de allí la necesidad de que todos cuantos se sentían en relación con Francisco, se unieran con el propósito de conformar una única familia, para poder dar testimonio de su vocación común en forma más eficaz y convincente.

Árbol Genealógico de la familia franciscana

MOVIMIENTO DE LOS PENITENTES  FRANCISCO DE ASÍS (1182 - 1226)
MOVIMIENTO MASCULINO 
1210 
Fraternidad de los Hermanos Menores 
+ 1223
Orden de los Hermanos Menores: OFM
1517 
OFM  Observantes
OFM Conv=Conventuales
1525-1528 
OFMCap Capuchinos
PRIMERA ORDEN

Tres Ordenes masculinas autónomas:
OFM - OFMConv - OFMCap

1209
"Los penitentes de Asís"

Greccio: Hermanos y Hermanas de la Penitencia (Ley. Per. 74) 1221
Orden de la Penitencia 1289: Tercera Orden (Secular)
1323: Tercera Orden Regular

SEGUNDA ORDEN

Estricta clausura, monasterios autónomos, organización en federaciones, subordinadas a Obediencias

MOVIMIENTO FEMENINO

Clara de Asís (1194-1253)

1212 Comunidad de las Hermanas Menores
1218-1220 Orden de las Damas Pobres de San Damián
1253 Regla de Santa Clara
1263 Orden de Santa Clara

Damianitas Urbanitas
1410: Coletinas

TERCERA ORDEN

Secular: Hombres y mujeres en la sociedad civil
Regular: Mujeres y hombres que profesan votos: congregaciones, institutos

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